sábado, 16 de abril de 2011

Empate a Goles y Penaltis

El primero de los cuatro desafíos más esperados de la historia del fútbol acabó en tablas. Una lástima para la superioridad manifiesta de un equipo y un premio demasiado preciado para otro que se limitó a jugar como un conjunto pequeño





Después del memorable 5-0 del Camp Nou, lo lógico era que el Madrid, herido, saliese a morir ante su eterno rival desde el inicio. Pero nada más lejos de la realidad.
Si bien es verdad que los primeros instantes fueron de tanteo, a medida que iban pasando los minutos el partido empezaba a recordar al disputado en Barcelona. Los de Mourinho le pusieron un lacito al balón y se lo regalaron a un Barça que a la media hora ya gozaba de un 80 % de posesión de balón.
El único argumento que tenían los blancos las pocas veces en las que Iniesta, Busquets, Xavi y compañía les dejaban el balón, era tirar balones largos a los delanteros y correr. En la primera parte tan sólo se salvó Pepe en el Madrid, un cerrojo que impidió a Messi hacer daño.
Los de Guardiola mostraron una vez más su mejor versión y empezaron a desarrollar ese juego letal que acaba por marear a cualquier oponente hasta la desesperación. Desesperación que padeció el Madrid, que como ya hiciera en el Camp Nou sacó a relucir su cultivado arsenal de patadas, empujones y alguna que otra colleja para intentar frenar al rival.
Fue una lástima que el Barça no se fuera con ventaja al descanso porque lo mereció más que un Madrid que jugó como un equipo pequeño. Incluso se atrevió a usar triquiñuelas como no regar el campo o jugar con la hierba alta para impedir la rápida circulación del balón, por miedo a que el Barça jugase mejor...¿Dónde estará ese señorío que antaño se le atribuyó al club de Concha Espina?
MUÑIZ SE TRAGÓ UN PENALTY...
Del primer acto lo más destacable fue el clamoroso penalty de Casillas a Villa en el minuto 25 que Muñiz Fernández no quiso ver. No contento con ello amonestó a Piqué por protestar la jugada.
En cuanto a ocasiones, Messi perdonó ante Casillas al intentar una vaselina después de un larguísimo rondo en el que los culés 'bailaron' a medio conjunto blanco. Poco antes del descanso, el Balón de Oro volvió a intentarlo, pero volvió a estrellarse con el meta madridista.
Los de Mourinho, que apenas tocaban el balón, tuvieron sin embargo alguna que otra oportunidad mediante Cristiano Ronaldo. Pero el luso se encontró con Adriano un actor secundario que ejerció de protagonista obstaculizando sus disapros.
La segunda parte siguió con un innegable dominio del Barça, sin embargo, pudo adelantarse el Madrid tras una injusta falta pitada por Muñiz, que Cristiano Ronaldo estrelló en el poste.
MESSI HIZO JUSTICIA
Prácticamente en la siguiente jugada al golpe franco del portugués, el Barça armó un ataque rapidísimo, el balón le llegó a Villa, que dentro del área fue derribado por Albiol. Esta vez el central se lo puso muy fácil a Muñiz, su agarre se vio desde todas partes y se fue expulsado. Messi, con el temple que le caracteriza, marcó un nuevo gol en el Bernabéu (ya lleva 4 y es el máximo goleador de toda la historia en la casa del eterno rival) haciendo justicia a lo que se estaba viendo sobre el campo. (0-1 en el 51).
Lejos de bajar el ritmo, el Barça siguió apretando, tanto que Puyol dijo basta y tuvo que ser sustituido por Keita. La cara de Mourinho era un poema y decidió hacer tres cambios muy seguidos para intentar cambiar lo que estaba ocurriendo. De esta forma, Benzema, Xabi Alonso y Di María dejaron paso a Ozil, Adebayor y Arbeloa.
EMPATE BLANCO
Cuando parecía que el segundo estaba al caer, un nuevo penalty esta vez a favor del Madrid y transformado por Cristiano Ronaldo, volvió loco el partido (1-1 en el 81). La jugada, en la que Alves derribó al luso, fue cuanto menos dudosa, pero habrá que verlo repetido una y otra vez antes de decir si Muñiz se inventó o no la pena máxima.
A partir de ese momento pudo pasar de todo. El Barça perdió el norte y Valdés apareció para evitar el 2-1. Los últimos minutos fueron de gran intensidad pero el marcador ya no se movió y ambos equipos guardaron sus armas, que necesitarán bien afiladas en las tres batallas que aún les quedan.
De momento, pese a la amargura de un empate inmerecido, lo que está claro es que la Liga es aún más blaugrana y salvó catástrofe, los de Guardiola no dejarán escapar la ventaja de 9 puntos que tienen sobre los blancos. El miércoles, nueva batalla, y esta vez con un título en juego

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